"VIENEN POR LAS ISLAS" del Canto General de Pablo Neruda
Los carniceros desolaron las islas. Guanahaní fue la primera en esta historia de martirios. Los hijos de la arcilla vieron rota su sonrisa, golpeada su frágil estatura de venados, y aun en la muerte no entendían. Fueron amarrados y heridos, fueron quemados y abrasados,fueron mordidos y enterrados. Y cuando el tiempo dio su vuelta de vals bailando en las palmeras, el salón verde estaba vacío.Sólo quedaban huesos rígidamente colocados en forma de cruz, para mayor gloria de Dios y de los hombres.De las gredas mayorales y el ramaje de Sotavento hasta las agrupadas coralinas fue cortando el cuchillo de Narváez. Aquí la cruz, aquí el rosario, aquí la Virgen del Garrote. La alhaja de Colón, Cuba fosfórica, recibió el estandarte y las rodillas en su arena mojada.
Y luego fue la sangre y la ceniza. Después quedaron las palmeras solas.
Cuba, mi amor, te amarraron al potro, te cortaron la cara, te apartaron las piernas de oro pálido, te rompieron el sexo de granada, te atravesaron con cuchillos, te dividieron, te quemaron.
Por los valles de la dulzura bajaron los extermiandores, y en los altos mogotes la cimera de tus hijos se perdió en la niebla, pero allí fueron alcanzados uno a uno sin morir, despedazados en el tormento sin su tierra tibia de flores que huía bajo sus plantas.
Cuba, mi amor, que escalofrío te sacudió de espuma a espuma, hasta que te hiciste puerza, soledad, silencio, espesura, y los huesitos de tus hijos se disputaron los cangrejos.
Y luego fue la sangre y la ceniza. Después quedaron las palmeras solas.
Cuba, mi amor, te amarraron al potro, te cortaron la cara, te apartaron las piernas de oro pálido, te rompieron el sexo de granada, te atravesaron con cuchillos, te dividieron, te quemaron.
Por los valles de la dulzura bajaron los extermiandores, y en los altos mogotes la cimera de tus hijos se perdió en la niebla, pero allí fueron alcanzados uno a uno sin morir, despedazados en el tormento sin su tierra tibia de flores que huía bajo sus plantas.
Cuba, mi amor, que escalofrío te sacudió de espuma a espuma, hasta que te hiciste puerza, soledad, silencio, espesura, y los huesitos de tus hijos se disputaron los cangrejos.
Titi