martes, 9 de septiembre de 2008

Dinámicas, Desintegraciones, Ficciones: Paradas Colectivas

LA PALABRA JUSTA PARA Y PROSIGUE

Entre muchas de las cosas que nos pasan nos pasa esta cosa mundante y febríl de ser lo que somos de manera colectiva.
Sabiendo de antemano que, por supuesto, debemos “ser” muchas veces en la soledad de determinadas horas, o en la muchas veces aplastante cotidianeidad y contundencia de nuestrxs avatares diarios (familiares, afectivos, laborales, estudiantiles) existe, sin embargo, esta sensación curvilínea y atemporal de concebirnos, cada unx y todxs a la vez, como parte elemental y decisiva de una misma historia que se agita en todas direcciones. Una caminata que no cesa y que cada vez tiene más caminantes preguntando y avanzando.
No ha pasado mucho tiempo (cronológico apenas, ficcional) y muchxs de nosotrxs sentimos que lo caminado ha sido mucho y lo vivenciado aún mucho más. Visceralmente, de manera continua y casi imperceptible, hemos ido mutando nuestras propias subjetividades a la par que hemos ido y nos han ido tranformando con y desde “el otro”. Y esto del otro empieza a parecer poco conciso, porque el otro empiezo a ser yo también. Y decir “yo” es reconocer mi existencia a partir de mi entidad colectiva. Que somos todxs.
Nuestras “fronteras” no existen. Nos alegramos tanto de saber que nunca existieron, que nunca hubo entradas ni salidas, sino el fluir inagotable de la experiencia de caminar colectivamente.
Muchxs otrxs también nos construyen desde un supuesto “afuera” o “exterior” que apenas vislumbramos por la cercanía, porque también aprendieron, directa o indirectamente, a caminar con nosotrxs. Y lo hacen cada día. Deconstruyen, transforman y revalorizan nuestras diarias percepciones. Se desarticulan, desdoblan y revolucionan sus subjetividades (también colectivas, en sus múltiples manifestaciones) a partir de las nuestras. Caminamos juntxs.
Y en toda caminata, dicen lxs viajerxs (por ahí también alguna gaviota o pájaro de buen o mal agüero, respetamos la subjetividad de todo tipo de aves, incluso sus cambios de humor abruptos) es aconsejable que exista una posta en el camino. Una parada para descansar y recargar provisiones y sueños de viajes distintos.
Las paradas del colectivo no solo pueden ser puntos de reunión para ponernos de acuerdo y saber a dónde, cuándo y cómo queremos caminar. No solo tienen la intención de lograr una mejor comunicación entre todxs nosotrxs, de delegar y funcionar como un caracol de ideas, mandatos (adscribimos a la máxima chiapaneca “mandar obedeciendo”) y propuestas de toda índole. No solo constituye una nueva dinámica de funcionamiento colectivo. Antes que nada, constituye un espacio abierto en donde Poiésis se detiene y puede visualizarse ante los demás. Cobrar un sentido existencial que solo se admite en la solidaridad de adentro hacia afuera del accionar colectivo humano de sus partes.
Una parada significa ni más ni menos que eso: un alto a la caminata colectiva. Y en esos altos nos encontramos de ahora en más a cada momento. Puntos de referencia intersubjetiva en donde se discute y se proyecta, se sueña y se solidariza el problema de unx como el problema de todxs. Y en donde a partir de la relación humana se construye la acción colectiva.
Esta segunda mitad de 2008 nos encuentra fortalecidxs y animadxs. Nos encuentra, entre todos los baches del largo camino, preparados para seguir construyendo entre todxs la carrera que soñamos, la universidad que merecemos, la sociedad que anhelamos. Y hemos hecho muchas cosas para existir en la acción y no en la pura charlatanería. Hemos creído con firmeza en aquello que decía nuestro compañero desaparecido Francisco Urondo (Paco): “Ya no soy de aquí: apenas me siento una memoria de paso. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio por este mundo desgraciado. Le daré la vida para que nada siga como está”.
Ese “mundo desgraciado” de Paco es solo uno de los muchos mundos que existen dentro del “mundo”. Y es ese mundo sobre el que nos revelamos para poder contar la historia desde dentro, accionando hacia afuera. Para caminar y demostrar que nuestra es la historia si así lo deseamos y por eso peleamos. En medio de un neoliberalismo deshumanizante y simplista, resultadista y reduccionista, la palabra cobra fuerza en nuestro puño colectivo y así la empuñamos para reflexivamente, convertirla en arma decisiva y en acción consecuente como auténtica herramienta de transformación social.
El génesis fue en el seno de rectorado y un año después pasamos por aulas y calles llevando nuestras palabras bajo diversas formas: banderas, mates compartidos, películas en movimientos, carteles reviviendo consignas (que, como bien decía uno de ellos “los que tiene miedo estarán con nosotros si nos mantenemos firmes” y muchos de los que tuvieron el peor de los miedos se encargaron de arrancarlos uno por uno, como si esa acción cobarde pudiera siquiera apaciguar un ápice la fuerza colectiva de los sujetos unidos en sus convicciones mutuas), cánticos furiosos en las calles, escrituras en paredes que hablan de nosotrxs y nos saludan al pasar, llenxs de brincos y miles de piruetas que solo nosotrxs sabemos hacer. Junto con lxs otrxs, que ya dijimos éramos nostroxs mismxs.
Somos Poiésis. Paramos apenas un instante para leernos y ser leídxs. Y es tiempo de seguir caminando. Porque creemos en la palabra justa, y esa palabra justa, como decía Paco, solo es tal si se transforma en una pica que empiece a agrietar los muros que nos circundan. Para ser otrxs en lxs otrxs. Para ser ni más ni menos que un ser ramificado y siempre plural que camina, habla, para, escribe, sueña y lucha.

COLECTIVO POIÉSIS
SEPTIEMBRE 2008


¡LA “X” ES PARA TODOS Y TODAS!